En la ciudad austriaca de
Graz, cuna de Arnold Schwarzenegger, ocurrió ayer uno de los recortes más
grotescos de la historia del Estado del Bienestar. Un hombre de 56 años, que
recibía del servicio de desempleo una pensión por baja médica, fue citado para
revisar su expediente. El hombre debió intuir que tal y como anda la economía,
los funcionarios austriacos encontrarían algún argumento para retirarle la
ayuda. Pero este hombre decidió innovar. Primero cogió su sierra manual. Se
quitó el zapato izquierdo, el calcetín izquierdo, y luego, naturalmente, se
serró el pie izquierdo por encima del tobillo. Cuando terminó de sajarse el
pie, lo recogió de suelo y lo tiró al horno. Después llamó a la policía.
1) En primer lugar el hecho de llamar a la
policía y no a la ambulancia: ése hombre, antes que un herido, se consideró un
criminal (no se sabe si por mutilar salvajemente un cuerpo, en este caso el
suyo, o por “manipular las circunstancias” para dejar sin argumentos a los del
servicio de desempleo).
2) La segunda cuestión es que se trata de un comportamiento paradójico y revelador: un hombre que se recorta a sí mismo, justamente, para no verse afectado por los recortes del Estado del Bienestar a los que está llevando la
crisis.
3) La última cuestión es más tortuosa, quizá subjetiva: Edgar se pregunta por qué precisamente el pie izquierdo. Una conclusión precipitada sería pensar que el hombre era diestro y que por ello optó por serrarse el pie que le parecía menos útil. Pero se trata de una conclusión falsa. De no ser que antes de serrarse el pie estuviera pensando en retomar los partidos de fútbol sala del fin de semana, le habría salido más a cuenta serrarse el pie derecho. Cualquier aficionado al atletismo sabe que la pierna que imprime más potencia es la contraria a la que presenta, por ejemplo, mayor destreza con un balón. Los saltadores de longitud o de altura diestros siempre baten con la izquierda, y viceversa. Sí, la pierna contraria es la importante, la que más nos impulsa. Pero quizá este hombre no sabía nada de atletismo. Quizá estaba demasiado obcecado con el fútbol. O quizá sólo eligió la izquierda por motivos políticos, como acto simbólico. Quién sabe. Y por otro lado, qué más da. El caso es que en estos tiempos de crisis y de desmoronamiento total del Estado del Bienestar deberíamos saber menos de fútbol y un poco más de atletismo.
Correr será, en los próximos años, mucho más útil.