martes, 17 de abril de 2012

Capítulo 29. Nostalgia y Schadenfreude





La mala noticia es que últimamente se habla demasiado (todos sabemos porqué) de esta palabra alemana, Schadenfreude, que parece no tener una traducción exacta pero que designa algo así como “sentir alegría o regodearse en el mal ajeno”. Por otro lado, la lengua alemana carece del concepto de “nostalgia”. Tienen la palabra Sehnsucht, que designa una ansiedad generada por la falta de algo concreto, pero carece del sentido abstracto y revelador de la nostalgia o incluso de la “saudade”, ese concepto del portugués que nadie sabe explicar (excepto Pessoa) pero todo el mundo entiende.
         La buena noticia es que los humanos aprendemos rápido. Los alemanes, al menos algunos, ya empiezan a sentir un Sehnsucht indefinido hacia la Europa unificada que ellos mismos inauguraron, acaso una “nostalgia” incipiente, premonitoria, capaz de generar una reacción a tiempo, un calentamiento de la sangre que rompa con ese espíritu calculador, contemplativo. 
          Por otro lado, los españoles también aprendemos rápido. Cuando este fin de semana hemos sabido de la rotura de la cadera del rey, durante su divertimento cinegético, nos han faltado las palabras para describir lo que sentíamos. Muchos han hablado de "vergüenza", otros de "indignidad", algunos de "irresponsabilidad", y unos pocos han evocado precisamente la "nostalgia" que ya sienten, por el vacío que les deja ese elefante de Botswana. Y luego estamos los que hemos emigrado, los que ahora sentimos cierta recompensa por el esfuerzo añadido de aprender una lengua extranjera para conseguir lo que nuestro país nos ha negado, derecho al trabajo; los que al abrir el ordenador y contemplar una vez más la maldita foto del jefe de estado delante de su elefante, no podemos dejar de imaginar como tropieza poco más tarde, cómo vuela su rifle por el aire, cómo rueda su gorrito de explorador, y cómo se estrella don Juan Carlos contra el suelo de un país pobre, aún más pobre que el nuestro, para descoyuntarse su cadera de viejo monarca caduco, y para conseguir que algunos, aunque sepamos que no está del todo bien, aprovechemos nuestro curso de alemán y por primer vez nos abandonemos a unos instantes de nítida, restauradora y placentera Schadenfreude.



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